23.7 C
Monclova
miércoles, septiembre 10, 2025
spot_img

Reseña de ‘Amores compartidos’: matrimonios y ansiedades

Por: Ben Kenigsberg

Casados desde hace poco más de un año, Ashley (Adria Arjona) y Carey (Marvin) van a toda velocidad por una autopista, mientras cantan al ritmo de Kenny Loggins. Pronto, el deseo de Ashley de experimentar sexualmente mientras Carey está al volante conduce a… bueno, digamos que en los créditos aparece más de un conductor de acrobacias. Gracias a Dios por los paramédicos, dice Carey más tarde, y habla estrictamente por él mismo. Es en este momento cuando Ashley revela que quiere divorciarse. Lleva tiempo anotando sus razones.

La crueldad desenfadada del humor de la película no es para todos los gustos, y Amores compartidos no satisfará a los espectadores que exigen una estricta verosimilitud psicológica. Pero Covino y Marvin siguen forjando una sensibilidad cómica distinta y, lo que es más inusual hoy en día, saben cómo hacer que la cámara trabaje para el humor. Su habilidad para los chistes visuales y la puesta en escena en profundidad avergonzaría a los creadores del reciente relanzamiento de ¿Y dónde está el policía?

La siguiente parada de Carey —que ha huido del carro y tiene que ir a pie— es la casa de vacaciones de su mejor amigo, Paul (Covino), y la esposa de este, Julie (Dakota Johnson). La pareja informa amablemente a Carey de que su divorcio de Ashley debería ser fácil, ya que no tiene ni dinero ni hijos. También comparten el secreto de su propia longevidad como pareja: tienen un matrimonio abierto. Diablos, dice Paul, ni siquiera le importaría si Julie se acostara con Carey.

Seguro que adivinas adónde va esto, pero solo hasta cierto punto. Y a medida que Julie, Carey, Paul y Ashley negocian su particular diseño de vida, su egoísmo se parece cada vez más a una necesidad emocional desplazada. Una pelea impresionantemente larga entre Paul y Carey consigue ser tierna y despiadada a la vez: mientras se pelean, los amigos tienen cuidado de no hacerse demasiado daño (“¡sin cuchillos!”), pero se hieren con cristales y llamas y arrasan una amplia franja de muebles de lujo.

Covino y Marvin tienen un extraño sentido de la estructura: Amores compartidos se divide en cinco capítulos y a veces avanza a saltos sin previo aviso. Y aunque algunos críticos tacharon de llamativo el uso que Covino hizo de la steadicam en Cima a la amistad, tiene un don para utilizar tomas largas y giratorias con el fin de prolongar la tensión de un chiste, ampliar las posibilidades de un espacio o incluso, contraintuitivamente, condensar el tiempo. Un montaje, presentado como una sola toma, pero es casi seguro que ha sido editado, muestra a Carey y Ashley adaptándose al grupo cada vez más numeroso de examantes suyos que viven con ellos. Son tan numerosos que incluso comienzan su propia noche de cine (los jueves) frente al televisor.

Es justo decir que Amores compartidos presta más atención a las neurosis de sus hombres que a las de sus mujeres. Por otra parte, tanto Paul como Carey se revelan como cabezas huecas en lo que se refiere a sus respectivos trabajos. Ashley es, con mucho, la que más satisfacciones obtiene al salir con varias personas, y Julie, una artista, es el único personaje que tiene una pequeña noción de pragmatismo o sentido común.

Pero, sobre todo, Amores compartidos es simplemente divertida, de un modo que tiene más que ver con la forma y con la lectura irónica de las líneas (que “superanfitrión” signifique “casero de los barrios bajos de AirBnB” es una noción que merece mayor atención) que con la sociología. Y al sugerir que el narcisismo cuadruplicado es en realidad una fórmula para el éxito en el compañerismo, es incluso algo dulce.

Amores compartidos

Clasificada R. Conducción espectacularmente desatenta; aventuras salvajemente desacertadas. Duración: 1 hora 40 minutos. En cines.

Related Articles

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here

- Advertisement -spot_img

Ultimas noticias