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martes, septiembre 9, 2025
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Marinos huachicoleros: Patente de corso

Mi trabajo no son las horas que le invierto a la redacción del artículo para esta columna.

Mi verdadero trabajo es vivir en un perpetuo estado de intoxicación informativa que me permita discriminar qué asuntos valen la pena traer a este espacio para comentar y discutir.

Soy, digamos, un curador de temas selectos para su deleite y encabronamiento, labor poco o nada reconocida que a veces se paga con la propia salud por el constante envenenamiento noticioso. ¡Pero no se preocupe! Lo hago con gusto… sobre todo porque cualquier otro trabajo me demandaría levantarme temprano.

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Desde mi inicio en la página editorial me obligué a tomarme los fines de semana como cualquier otro parroquiano godínez con tal de no perecer a la avanzada edad de 30 años.

Por lo que no es raro que me desconecte de cualquier menester informativo desde el viernes por la tarde y hasta bien entrada la noche del domingo.

Pues así, de la manera acostumbrada, me reincorporé ayer a mi rutina, seguro de que iba a tener que sacar algún tema de la congeladora o del bote de reciclaje, o quizás raspando del fondo de la olla. ¡Ja! Olvido por instantes (muy breves instantes) que vivimos gloriosos y transformadores tiempos.

No había decidido qué desayunar cuando supe que el asunto obligado y dolor de cabeza de esta semana para el régimen sería la desarticulación de una red de huachicol… ese mismo huachicol que se extinguió tan pronto como el prócer se colocó la banda presidencial y pronunció la frase inmortal que le acompañará a manera de epitafio hasta el Más Allá: “¡Fuchi c…!” (ya sé que el pudor no es la regla de esta columna, pero le juro que odio las expresiones escatológicas).

“Vamos a ver”, me dije: “¿Por qué, si están anunciando la desactivación de una banda dedicada a una actividad tan lesiva para el país como el tráfico de combustible, tiene nuestra Presidenta una cara mucho más funesta de lo habitual?”.

El rango expresivo de la “Doctora Ivermectina” tiene sólo dos modos: sonrisa socarrona y “Eutanasia plis”, y ayer lucía la segunda, esa cara de quien pide que le echen ya no los Santos Óleos, sino nomás cal y ya ALV (¡Ahí La Vemos!).

No es la primera vez que el gobierno de doña Clau anuncia un golpe con un semblante tan sombrío que parece que está audicionando para el enésimo remake de “La Familia Addams”. ¿Pues qué no se supone que nos está dando buenas noticias?

En teoría sí, pero es que cada vez que hay un decomiso (de fentanilo, por ejemplo), o desmantelan un narcolaboratorio; cada vez que endurecen una política en seguridad pública, cada vez que parecen corregir un error en la mátrix del maravilloso mundo de bienestar que se han inventado, caen en una tremenda contradicción con el líder del movimiento, único responsable de que sea Sheinbaum hoy la Jefa del Ejecutivo (por más que aludan a 80 millones de mexicanos, se necesitó un solo voto).

¡Pero cómo huachicol, si eso se acabó durante el sexenio de López Obrador! ¡Cómo que fentanilo, si eso ni existía! ¡Cómo de que hay funcionarios implicados, si en el AMLOVERSO se terminó la corrupción!

¿Ya ve que sí? ¡Pues no!

Ayer, sin embargo, había razones adicionales para que la Gerenta de la Transformación tratara de disimular sus ganitas de llorar y de mandar todo al carajo. Y es que, con la pena, la mayor embarrada en este nuevo escándalo huachicolero es ni más ni menos que la Secretaría de Marina, designada por el propio AMLOVE para, ni más ni menos, acabar con el problema del huachicol.

¿“Seacómo”?

Pues, en efecto, que una más de las mágicas y novedosas soluciones implementadas por el Zar de Macuspana (militarizar como se viene haciendo desde tiempos de Zedillo, catástrofe estratégica con la que prometió acabar AMLO candidato) resultó igual o peor de perniciosa que el problema original a enfrentar, porque si un delincuente es grave, uno con uniforme y patente de corso es infinitamente más peligroso y nocivo.

Para muchos analistas no es ninguna coincidencia que este decomiso y las detenciones se den a los pocos días de la cordial visita oficial de Marco Rubio, secretario de Estado de los Estados Unidos a nuestro País, visita que según la perorata oficial fue todo tersura y miel, versión que nadie compra y se diluye por completo ante esta acción inédita: un golpe al crimen organizado coludido con una de las dos gemas castrenses del Estado Mexicano.

No es poca cosa. Téngalo presente: por más que nos regalen ahora la cabeza de Noroña como distractor (no estoy diciendo que ello vaya a pasar); esto es de los asuntos prioritarios que no podemos darnos el lujo de obviar.

Luego de la visita de Rubio, el Gobierno mexicano ya nomás se demoró en construir una versión en la que la Secretaría de Marina y su titular en tiempos de AMLO no salieran tan perjudicadosSpoiler: Nomás ellos creen que les salvaron el prestigio.

Resulta que un sobrino de José Rafael Ojeda, secretario de Marina durante el sexenio de López Obrador, es uno de los principales sospechosos detenidos en este operativo contra el tráfico de combustible.

Entonces, para que Ojeda no sea señalado de apendejamiento selectivo como en el caso Calderón/García Luna y el de Adán Augusto/Bermúdez “La Barredora” Requena, ya salió Gertz “Imhotep” Manero a decirnos que el hoy exsecretario de Marina pidió ayuda desde hace dos años porque vio algo medio sospechosillo… Así nomás, sin una carpeta de investigación interna, sin un trabajo de inteligencia previo, nada.

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Pero más “curioso” todavía es que dos funcionarios denunciantes de esta red de corrupción fueran ejecutados el año pasado (siendo que deberían haber sido especialmente protegidos si el extitular de Marina ya había advertido que “algo chuequillo” se traía ¡su propio sobrino!). Y, sin embargo, la cloaca no se destapó con nada, sino justo hasta después de la cordial visita del secretario Rubio de los Estados Unidos.

¿A quién va a responsabilizar ahora el Movimiento de la Transformación si están “arreglando” un entuerto provocado por ellos mismos?

En serio que apenas me enteré de este nuevo escándalo y ya no puedo esperar a que sea viernes otra vez para volver a desentenderme de todo. Y no soy el único, la Doctora también tiene ganas de que ya le jalen a la palanca, y su cara la delata.

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