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miércoles, septiembre 10, 2025
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Creó AMLO un estercolero y ahora se siente el tufo

“Cásense –les aconsejaba Sócrates a sus discípulos–. Si les toca una buena mujer serán felices, y si les toca una mala serán filósofos”. Cierto señor publicó un anuncio en el periódico: “Busco esposa”. Recibió 9.736 respuestas: “Venga por la mía”… En uno de sus más conocidos poemas Manuel Machado dijo que antes que poeta le habría gustado ser un buen banderillero. Yo hubiera sido feliz siendo actor en una de aquellas compañías de teatro itinerantes, como el “Tayita” de feliz memoria. Habría entonces representado el Tenorio –“con todos los trucos que requiere la obra”, prometía el anuncio– y culebrones lacrimógenos como “La Mujer Equis”, “Mancha que Limpia” o “La Jaula de la Leona”. La vida, la caprichosa vida, me llevó a otros oficios. Fui abogado –ya se me quitó–, periodiquero –ya se me está quitando– y profesor –nunca se me quitará–. Jamás olvidaré, sin embargo, mis incursiones por el palco escénico, y les juro que todavía se me hacen mariposas en el estómago cuando voy a una representación teatral y escucho la frase consagrada: “Tercera llamada, tercera. Comenzamos”. A ese respecto evocaré para perpetua memoria lo sucedido en un pequeño pueblo cuyo nombre omito. Llegó ahí una compañía teatral. Durante la función de estreno sucedió algo muy penoso. En el curso de la obra la damita joven le dijo al galán: “Te he dado mi vida. Te he dado mi amor. ¿Qué más quieres que te dé?”. De entre el público surgió el grito de un pelado: “¡Dile que te dé las nachas!”. Se alborotó la concurrencia; la actricita se echó a llorar, acongojada, y el iracundo galán amenazó con el puño al majadero. Al día siguiente el director fue a quejarse con el alcalde, y éste le aseguró que él mismo se encargaría de que el desdichado suceso no se repitiera. En efecto: esa noche el munícipe hizo acto de presencia en la función, lo cual tranquilizó al director y al elenco del drama. Empezó la representación, y bien pronto llegó la crucial escena: “Te he dado mi vida. Te he dado mi amor. ¿Qué más quieres que te dé?”. Se puso en pie el alcalde, y volviéndose hacia la concurrencia profirió al tiempo que esgrimía tremendo pistolón: “¡Al que diga que le dé las nachas se lo va a llevar la chingada!”… Ojalá no me lleve a mí lo mismo si digo algo que cada día se pone más de manifiesto: en el sexenio de López Obrador se originó un estercolero cuyo tufo se está sintiendo ahora. Su desdichada idea de encomendar ilegalmente a las fuerzas armadas tareas alejadas de su función puso a los encargados de defender a la Nación en tentaciones en las cuales algunos cayeron, en modo tal que pone a AMLO, si conoció esa corrupción, en la culpa de ocultarla y, si no la conoció, en el trance de aparecer como inepto. Liquidada la aberrante política de “abrazos, no balazos”, se ha puesto de manifiesto la existencia en la Marina de una mafia dedicada al tráfico del llamado huachicol fiscal, cuya existencia ha dado lugar a asesinatos y a un presunto suicidio que debe ser investigado a fondo para determinar si en verdad fue suicidio o un nuevo crimen. Igual investigación ha de llevarse a cabo en relación con la red de influencias que permitió el meteórico enriquecimiento de algunos de abajo, imposible sin la participación de algunos de arriba, y aun de más arriba. “No somos iguales”, rezaba la melopea de López. En esto, cosa rara, no mentía: ya se ve que han sido peores… El comprensivo jefe le permitió al joven empleado salir anticipadamente del trabajo, pues el muchacho le dijo que su esposa iba a tener un bebé. Al día siguiente el buen señor le preguntó: “¿Fue niño o niña?”. Respondió: “Deberemos esperar nueve meses para saberlo”… FIN.

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