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domingo, septiembre 7, 2025
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Ventana al pasado: la revista Cultura de Saltillo, el legado de Leonila, Pilar y Matilde

Hace unos días tuve en mis manos un pequeño tesoro: un par de publicaciones antiguas que mi querida amiga Carmelita Borja había guardado con cariño durante años. Entre ellas estaba la revista Cultura, editada en Saltillo en marzo de 1936, edición número 35. Apenas al verla, con su portada mostrando la Catedral de Saltillo, sentí que sostenía algo más que papel: era una ventana al México de los treinta del siglo pasado. En su primera página reza su eslogan: “Por la verdadera cultura de nuestra patria”.

Para entender la verdadera dimensión de lo que representaba esta revista, hay que situarla en su momento histórico: el México de Lázaro Cárdenas, quien había asumido el poder apenas unos meses antes con un proyecto radical de transformación nacional. Su gobierno promovía reformas profundas: una política nacionalista con fuerte apoyo a obreros y campesinos, la educación socialista como bandera de cambio, y una intervención estatal sin precedentes para construir una mejor sociedad.

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En este contexto, el debate sobre la coeducación era parte del proyecto revolucionario cardenista que buscaba transformar las relaciones sociales y de género mediante la educación mixta, rompiendo con la segregación educativa tradicional como mecanismo de cambio social profundo.

VOCES FEMENINAS

En ese entonces la revista era dirigida por mujeres, sí, en la segunda mitad de los 30, cuando la voz femenina apenas empezaba a escucharse. En ese año, 1936, Cultura tuvo al frente a Leonila Siller como directora, a Pilar Corral como administradora y a María Matilde Robledo como jefa de redacción.

Ese solo dato ya la convierte en un documento histórico de gran valor: eran mujeres quienes definían el rumbo cultural y editorial de una ciudad que no llegaba a los 50 mil habitantes, con el objetivo de distribuir la revista en toda la República.

La revista tenía un precio accesible de 15 centavos el número suelto, o un peso con cincuenta la suscripción anual, y se distribuía desde su oficina en el apartado 125, teléfono 27 Negro —había de más colores—, en la vieja casa que perteneció al banquero Marcelino Garza, en la calle de Padre Flores, frente al Mercado Juárez donde hoy se alza el conocido hotel Jardín.

Sus páginas reúnen firmas y temas que reflejan no solo el espíritu convulso de México en los años 30, sino una clara resistencia conservadora al proyecto cardenista. El editorial de ese número, “El Problema de la Coeducación” del profesor F. Escudero Hidalgo, abordaba el candente debate sobre las escuelas mixtas en México, pero desde una perspectiva que chocaba de frente con las reformas educativas del gobierno.

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La sección “Formación Familiar: La Educación de los Hijos”, escrita por Luis C. de León, reforzaba la visión tradicional de la familia católica mexicana: el padre como “cabeza del hogar” y la madre como “columna vertebral de la familia”. El texto advertía contra las doctrinas que, según citaba al Papa Pío IX, “enseñando y profesando el funesto error del comunismo y socialismo”, amenazaban la estructura familiar tradicional.

FANTASMA DEL COMUNISMO

Uno de los textos más extensos y reveladores fue el editorial “Auto-Retrato del Comunismo”, un ensayo enérgico que denunciaba los excesos del bolchevismo en la Unión Soviética. El artículo describía al bolchevismo como “la suprema ignorancia, los prejuicios y la barbarie” y alertaba sobre su influencia internacional.

Relataba con horror la situación rusa: “Las autoridades soviéticas han desvalorizado el trabajo del hombre como en ninguna otra dictadura”, denunciando hambrunas, ejecuciones y la abolición de la libertad individual.

En pleno gobierno de Lázaro Cárdenas, México vivía momentos de gran agitación social, y las ideas socialistas no solo tenían eco en diversos sectores de la sociedad mexicana, sino que se estaban instrumentando desde el poder central. La revista Cultura se convertía así en un bastión de resistencia ideológica al proyecto cardenista, defendiendo los valores tradicionales frente a lo que percibía como una amenaza comunista.

ALGO DE HISTORIA

En la sección histórica, Rafael Márquez Montiel presentó “La República Central”, donde repasaba las tensiones entre centralismo y federalismo en el México del siglo XIX. El texto analizaba la “agitada vida” de la República Central, con yorkinos, federalistas y escoceses, centralistas, disputándose el poder, y explicaba la intervención estadounidense en Texas como consecuencia de la inestabilidad política nacional.

No todo era política y religión. La revista incluía una rica sección cultural con poemas como “¡Silencio!” y una reseña literaria titulada “El Poeta Mexicano Clearco Meonio”, dedicada a la obra religiosa de Don Joaquín Arcadio Pagaza.

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Entre esas páginas culturales aparece la “Guía Cinematográfica”, donde podemos asomarnos al entretenimiento de los saltillenses de 1936. Ese mes se proyectaban películas como El Dinero no hace falta, Hombres de Mar, El Mundo es Mío, Luces Japonesas, La Dama Solitaria y La Princesa Turandot.

Los cines de la ciudad de la época se encargaban de proyectar estas películas: Teatro Obrero, Cine Variedades, en tiempos en que el cine era una de las diversiones favoritas.

PULSO ECONÓMICO

La revista se completaba con anuncios comerciales que hoy resultan entrañables y que nos permiten conocer la vida económica de la ciudad. Destacaban las industrias textiles como La Estrella de Parras con sus impresionantes 850 telares, La Aurora Industrial fundada en 1840 por Francisco Arizpe y Ramos, y La Bella Unión de la Compañía Industrial Saltillera.

También aparecen farmacias como la Botica Nueva con servicio a domicilio y artículos para tocador, la Droguería y Botica Universal, el Banco Nacional de México con su sucursal saltillense ofreciendo desde cajas de ahorro hasta cheques para viajeros, y el Banco Refaccionario y Fideicomisario de Coahuila.

Entre los negocios más pintorescos estaban la Ferretería Sieber vendiendo “Estufas de Gas Oil”, El Charro, con sus sarapes finos de pura lana, y el Bazar Salones Mitla que ofrecía “productos de Michoacán y Guerrero, sarapes de Oaxaca, loza de Talavera y toda clase de curiosidades mexicanas”.

“El Carmen” de Emilio Arizpe publicitaba “Ropa de Obreros use Mezclilla Clara y Obscura” y presumía estar “compitiendo con la americana”, muestra del nacionalismo económico de la época que replicaba el proyecto cardenista.

La revista incluía también un completo Directorio Profesional con médicos, abogados, dentistas e ingenieros.

LECCIONES DE MORAL

En sus páginas finales aparecía también una pequeña lección moral, “La Caridad”, en forma de diálogo entre dos niños, Carmencita de nueve años y Luisito de siete, sobre la bondad y la ayuda a los pobres durante la época navideña. Era una manera sencilla de transmitir valores cristianos a los lectores más jóvenes.

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Los artículos de F. Escudero Hidalgo y Luis C. de León representaban no solo el pensamiento conservador dominante, sino una resistencia organizada al proyecto modernizador cardenista que veía en la educación mixta y en las nuevas ideas sobre la igualdad una amenaza al orden social tradicional.

Sin embargo, la propia existencia de Cultura bajo dirección femenina demostraba que ese orden ya estaba cambiando, aunque la ideología aún no hubiera procesado completamente la transformación.

El hecho de que figuren como directora, administradora y jefa de redacción indica que estas mujeres ejercían un papel activo en seleccionar textos, coordinar autores, administrar recursos y sostener la circulación de una publicación que llegaba a toda la República.

A pesar de la represión contra los Cristeros unos años antes, la sociedad de Saltillo seguía siendo conservadora y muy católica. Estas mujeres probablemente aceptaron reproducir los discursos dominantes como parte del precio a pagar por existir en el ámbito público. Para muchas mujeres de la época, la visibilidad en sí ya era un logro extraordinario.

Leonila Siller, Pilar Corral y María Matilde Robledo fueron pioneras del periodismo femenino en Coahuila, pero para existir tuvieron que someterse a los discursos imperantes de la época. Esa es precisamente la paradoja histórica que hace tan valiosa la revista como documento: muestra cómo las mujeres mexicanas de los años treinta comenzaron a conquistar espacios públicos, pero pagando el precio de legitimar, al menos en apariencia, su propia subordinación.

Cultura no era solo una revista: era el espejo de una sociedad que no sabía muy bien qué hacer consigo misma, pero también el reflejo de las tensiones políticas e ideológicas más profundas del México cardenista. Una época donde las mujeres comenzaban a abrirse camino, pero tenían que hacerlo con mucho cuidado de no despertar demasiados recelos, y donde los sectores conservadores buscaban espacios de resistencia cultural.

LA MEMORIA Y EL PRESENTE

Hoy, vista desde la distancia, como señala Esperanza Dávila, hija del fundador Óscar Dávila Dávila de la revista Cultura, esta representa mucho más: es un reflejo del pensamiento, literatura y vida comunitaria.

En esas páginas quedó retratada una generación de bachilleres del Ateneo Fuente que buscó abrir espacios de cultura en medio de un Saltillo tradicional y conservador, un proyecto que duró desde mayo de 1933 hasta noviembre de 1937, atravesando algunos de los momentos más turbulentos del México posrevolucionario.

Leonila Siller, Pilar Corral y María Matilde Robledo fueron, sin duda, mujeres extraordinarias. Tal vez no fueron las feministas que nosotros hubiéramos querido que fueran, pero fueron las pioneras que su tiempo, su contexto político, su estructura institucional y su realidad social les permitió ser.

Lograron dirigir una publicación cultural de cinco años de duración, con circulación nacional, transparencia financiera y un proyecto editorial serio.

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Detrás de todo esto está la magia de sostener una revista vieja entre las manos: no solo te asomas al pasado, sino que entiendes mejor el presente. Te das cuenta de que los cambios sociales nunca son líneas rectas, sino vaivenes llenos de contradicciones, estrategias que, vistas desde lejos, terminan siendo grandes transformaciones. Incluso cuando esos cambios se dan en medio de la fuerte resistencia ideológica.

A LAS MUJERES DETRÁS DE CULTURA

Que este trabajo sirva como testimonio de que su labor no ha sido en vano. Que cada línea sea un homenaje a su dedicación, y que cada lector comprenda su deuda con su compromiso inquebrantable.

AGRADECIMIENTOS

Mientras escribía estas líneas, no podía dejar de pensar en Carmelita y en su generosidad. No solo me regaló estos tesoros, sino que me confió la responsabilidad de seguir contando sus historias.

Hay algo profundamente hermoso en el gesto de quien conserva documentos históricos durante años y luego los entrega a alguien más para que continúen circulando, para que sigan siendo ventanas al pasado.

Carmelita no solo me dio revistas antiguas; me dio la posibilidad de tocar con mis propias manos un pedazo de historia, de sentir el papel que tocaron Leonila Siller, Pilar Corral y María Matilde Robledo, de asomarse a un mundo que ya no existe pero que sigue entre esas páginas.

Gracias, Carmelita, por entender que los documentos históricos están vivos solo cuando se comparten, cuando se leen, cuando se interpretan. Por saber que la mejor forma de honrar el pasado es permitir que siga conversando con el presente.

De igual manera agradezco a la historiadora Esperanza Dávila Sota y su familia, primero por la valiosa información proporcionada para este relato de la revista Cultura y por mantener la colección completa que fundó su padre, Óscar Dávila Dávila, sin duda tesoros que guardan nuestra memoria. saltillo1900@gmail.com

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