“Luego que Jehová tu Dios entregue la ciudad en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada (…) Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, sino que los destruirás completamente”. Deuteronomio, 20.
Antes de avanzar aclaro que israelí es una nacionalidad y judaísmo una religión. Al decir “judío” la referencia es a un creyente (como decir cristiano, mahometano, hindú).
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Imagino que Benjamín Netanyahu es judío puesto que porta kipá, por consiguiente, cree en Jehová y sabe que debe obedecer; lo hace: ninguna persona dejarás con vida. Entonces, podemos emplear la palabra judío sin culpa sabiendo que algunos solo están obedeciendo a su Dios. ¡Claro que no todos son Netanyahu!, pero están con él millares si no es que millones.
Debo aclarar que existe una comunidad de judíos ultraortodoxos que desde hace muchas décadas ha declarado que la tierra que hoy ocupa Israel pertenece a los palestinos, pero que podrían compartirla. Me impresionó que estos judíos desfilan por Jerusalén con pancartas en que declaran estar en tierra palestina. Y, lo más increíble: un niño con sus rulos, sombrero y traje negro exhibía eso en tres lenguas: hebreo, árabe e inglés. Lo digo para que no me acusen de racista.
De que numerosos judíos y el Estado de Israel son racistas no debe cabernos duda, y cuando alguien se atreve a apoyar, aunque sea de manera tímida, a los palestinos, de inmediato le cae la maldición, la expulsión, la condena. El Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, fue invitado por la Universidad de Israel a impartir un seminario sobre literatura. Varios árabes fueron a escucharlo y le pidieron ¿por qué no lo repite en nuestra tierra?, a lo cual accedió. El escritor era conservador, derechista. A su regreso leyó un texto en que condenaba con muchísima fuerza a Israel por el maltrato que daba a los palestinos. De inmediato se le puso en un avión y se le declaró “persona non grata”. Lo que significa “no aceptamos críticas”. Y lo mismo sucedió al “judío” norteamericano Noam Chomsky: les pareció non grato. Y el gran escritor gringo, Philip Roth, fue llamado por el rabino de su ciudad para regañarlo y amenazarlo, porque en una novela había creado un protagonista judío que se masturbaba sin descanso, además de ser un pendejo. ¿Por qué ofendía a los judíos? Roth se cagó sobre el rabino y le explicó que una novela es una novela, no un documento legal.
¿Son racistas los judíos? Sí, en su mayor parte. ¿Cómo lo sé? Pues, hombre, tras dos años de que su ejército masacra gazatíes apenas tiene poco tiempo que se dieron cuenta de ello. Dicen periodistas que han asesinado a 70 mil. Es mentira. 70 mil son los enterrados con una sábana, pero entre los miles de edificios se cree que están alrededor de 400 mil cadáveres, todos asesinados por los israelitas.
Dos magníficos intelectuales “judíos” Ilan Pappé y Noam Chomsky, publicaron “Gaza in Crisis: Reflections on Israel’s War Against the Palestinians”, y reflexionan en que en realidad la palabra guerra no es la correcta, sino “genocidio paulatino”.
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El Estado de Israel tiene un plan, plan compartido por los Estados Unidos: destruir por completo Gaza para apoderarse del territorio. Sin la menor duda es un genocidio, pero también un holocausto (muchos mueren quemados), exterminio, campo de concentración y, emulando a Hitler, solución final.
Una buena parte de los israelitas portará desde hoy hasta el fin del mundo el seudónimo “asesinos”, que comparten con Estados Unidos. Puede uno ver soldados israelís apuntando desde una ventana a personas que no hacen sino ir a buscar comida. Aclaro que sus blancos son niños y mujeres. Cité el Deuteronomio, aunque no me quise extender, porque hay frases bíblicas más sanguinarias. Y sí, he leído la Escritura completa dos veces y algunas partes diez o veinte. De lo que no quieren darse cuenta es que su dios es un dios celoso, vengativo, militar, despiadado. Vamos: el rey David, según la Biblia, era un asesino: mandó matar a un soldado que tenía una bella esposa y se quedó con ella (consulten la condena del profeta Nathán).
¡Que (sobre)viva Gaza!