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La lucha en México por preservar los ‘portales al inframundo’: cenotes

Esta es una traducción/adaptación al español de la nota original publicada en National Geographic, titulada “The fight to preserve Mexico’s portals to the underworld, el 19 de agosto de 2025.

¿Se pueden salvar los encantadores cenotes de la Península de Yucatán? En un día sofocante de abril de 2025, un pequeño grupo de investigadores de cuevas, liderado por el veterano buzo José “Pepe” Urbina y el biólogo Roberto Rojo, caminaba en fila a través de la densa selva tropical de la Península de Yucatán, a unos 24 kilómetros de la costa del Caribe. Avanzaban lentamente, abriendo camino con un machete, en busca de su destino: un tramo remoto de la cueva inundada de Zumpango, en la que probablemente nadie había estado por años.

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De repente, la vegetación se hizo menos densa, revelando la entrada irregular de un túnel de piedra caliza que se adentraba en el subsuelo. El aire se enfrió a medida que el equipo descendía, navegando con cuidado alrededor de grandes estalactitas. Entonces, alguien gritó “¡Uy!” y todos lo vieron: una antigua vasija maya descansaba sobre una repisa de roca.

Tales descubrimientos no son inusuales en Yucatán, que contiene una vasta red subterránea de cuevas de piedra caliza con ríos que las atraviesan. Cuando parte de una cámara colapsa, forma un sumidero natural que se llama cenote, un término que proviene de la palabra maya ts’onot.

UN RECURSO SAGRADO Y VITAL AMENAZADO

Para el pueblo maya, los cenotes son lugares sagrados donde habitan dioses y espíritus. También son maravillas geológicas que pueden contener artefactos históricos y especies acuáticas en peligro de extinción, aunque algunos se han convertido en puntos turísticos para quienes quieren nadar en sus aguas tradicionalmente cristalinas.

De manera crítica, los cenotes del sur de México tienen otro propósito ancestral: son parte de un profundo acuífero que se extiende por 103,000 kilómetros cuadrados y es la única fuente de agua dulce para millones de personas en la región. “Todos estamos conectados a través de los cenotes”, dice Urbina. Para él, Rojo y un creciente grupo de conservacionistas, eso hace que sea aún más importante estudiar lo que está ocurriendo dentro de estos portales encantadores.

Los cenotes han sido amenazados por la escorrentía agrícola y las fugas de aguas residuales residenciales durante décadas. Pero en años recientes, la llegada del Tren Maya, una línea férrea que conecta destinos turísticos, ha aumentado la urgencia por comprender mejor estos frágiles ecosistemas. La línea de 1,555 kilómetros, que tuvo un costo estimado de $30 mil millones de dólares y comenzó a operar a finales de 2024, fue construida en parte perforando pilares de soporte masivos directamente en la misma roca madre que sostiene los cenotes.

Al mismo tiempo, Urbina y Rojo temen que el creciente desarrollo a la sombra del tren pueda impactar aún más los cenotes. Durante años, la dupla trabajó por separado para dar la voz de alarma sobre estos espacios. Urbina dirige un grupo de conservación llamado Sélvame del Tren, y Rojo cofundó Cenotes Urbanos. Pero no fue sino hasta que se anunció el Tren Maya que unieron fuerzas y se unieron a un movimiento más grande.

Ahora que la línea férrea está en pleno funcionamiento, forman parte de un colectivo de al menos 10 grupos que se apresuran a catalogar los muchos cambios del ecosistema antes de que sea demasiado tarde. “Confío plenamente en que hay soluciones”, dice Rojo, aunque le preocupa que pueda tomar generaciones revertir el daño ecológico.

UN DESAFÍO EN EL SUBSUELO: CONTAMINACIÓN Y DESTRUCCIÓN

Un gran desafío es comprender el alcance de la red. Hay al menos 8,000 cenotes registrados en la Península de Yucatán, pero debido a que los sumideros pueden aparecer de repente, podría haber muchos más. Para mapear el sistema subterráneo, Urbina y otros buzos han cartografiado aproximadamente 1,450 kilómetros de cavernas. Aun así, él estima que esto es solo cerca del 10% del laberinto total.

Una cosa está clara: la contaminación puede viajar fácilmente a través del agua que fluye de un cenote a otro y, eventualmente, salir al mar. Flor Arcega-Cabrera, una geoquímica ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México, dice que la industria agrícola se ha convertido en la mayor fuente de contaminación. Su investigación muestra que los desechos animales con hormonas, fertilizantes con metales pesados y pesticidas de los campos de cultivo probablemente se filtran en el acuífero. Esto es grave porque la gente usa el agua de pozo y se la da a sus bebés, Bxplica Arcega-Cabrera. Por ejemplo, el nitrato, un ingrediente común en el fertilizante, puede reemplazar al hierro en la sangre. Esto podría resultar en el síndrome del bebé azul, donde el sistema de los bebés ya no es capaz de transportar oxígeno por su cuerpo.

Muchos residentes sin acceso a instalaciones de tratamiento de aguas residuales también filtran las aguas residuales a través del suelo, un sistema que causa problemas con la piedra caliza porosa. (Una vez, mientras Rojo exploraba una cueva, escuchó el leve sonido de un inodoro y vio cómo los excrementos llovían a su alrededor). Cerca de los sitios turísticos y parques industriales, algunos cenotes también se han convertido en vertederos ilegales.

Y luego está el tren. La construcción del Tren Maya comenzó en 2020, a pesar de que muchos científicos, buzos de cuevas y miembros de comunidades indígenas locales se opusieron. Urbina, buzo de cuevas por más de 30 años, se unió a una demanda que llegó a la Suprema Corte de México y suspendió brevemente la construcción en 2023. Pero la victoria fue corta. El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, citando cuestiones de seguridad nacional, simplemente llamó al ejército para terminar el trabajo.

En total, el Tren Maya ahora está anclado por 15,000 pilares, algunos de los cuales fueron perforados directamente en cenotes. Los investigadores se preocupan por los descubrimientos arqueológicos que podrían haberse perdido en el camino. En 2014, un buzo se encontró con el esqueleto de una niña de 13,000 años de antigüedad dentro de un cenote. Científicos después establecieron que estaba genéticamente relacionada con los nativos americanos modernos, una revelación que ha llevado a una comprensión más precisa de cómo se poblaron las Américas por primera vez.

ESFUERZOS DE CONSERVACIÓN Y EL IMPACTO DE LA SENSIBILIZACIÓN

Las cavernas también sirven como hábitat crítico para animales como jaguares, tapires, zarigüeyas, zorros y coatíes, que usan los cenotes como fuente de agua. “Cuando llegas a una cueva sana, ves grillos, peces ciegos, camarones ciegos, murciélagos”, dice Rojo. Pero cuando una cueva es impactada, los habitantes originales son invadidos por cucarachas y ratas.

Hoy en día, Sélvame del Tren y Cenotes Urbanos se mantienen en contacto regular para maximizar su investigación y encontrar maneras de inspirar una mayor conciencia pública. La expedición a la cueva de Zumpango, por ejemplo, fue parte de un esfuerzo combinado para mapear y rastrear la salud de las cuevas existentes en el estado de Quintana Roo, que incluye áreas turísticas como Cancún y Playa del Carmen, ahora fácilmente accesibles por el tren.

Mientras Urbina comenzó Sélvame del Tren para crear conciencia sobre las preocupaciones ambientales en las redes sociales, organizar protestas pacíficas y monitorear la contaminación, el alcance de la organización se ha expandido para rastrear cómo el tren ha interrumpido el movimiento de los animales en la región. Desde que Rojo fundó Cenotes Urbanos junto a sus colegas activistas Talismán Cruz y Ximena Chávez hace casi ocho años, el grupo ha crecido a casi 500 miembros. Ahora realizan alrededor de veinte expediciones anuales de “redignificación” para recoger basura y recolectar muestras de agua, y organizan talleres sobre mapeo y espeleología.

Guillermo D. Christy ha trabajado como consultor de calidad del agua por más de 25 años, asesorando a hoteles sobre procesos de purificación y tratamiento. Ahora se está asociando con Sélvame del Tren y Cenotes Urbanos para medir la calidad del agua en ocho cuevas en Quintana Roo que son hogar de animales cada vez más amenazados que se han adaptado especialmente para vivir en las cuevas oscuras, como la anguila ciega de pantano (Ophisternon infernalis) y la brotula ciega mexicana (Typhliasina pearsei), un pez blanco transparente. Él realiza pruebas para detectar cosas como un aumento de salinidad, metales pesados y bacterias como la E. Coli. Hasta ahora, el esfuerzo ha revelado niveles elevados de E. Coli en la región, lo que D. Christy ha compartido con las comunidades locales y funcionarios del gobierno para fomentar mejores prácticas de saneamiento.

D. Christy también ha estado analizando muestras de agua de cenotes penetrados por los pilares de soporte del Tren Maya. Las pruebas muestran óxido de hierro en el agua, una señal de que el metal de las pilas podría estar filtrándose. Grandes concentraciones de estos compuestos químicos pueden provocar proliferaciones de algas tóxicas, dice Arcega-Cabrera, lo que podría afectar el desarrollo de huevos y larvas de especies animales que viven en la cueva.

A principios de este año, Urbina, Rojo y D. Christy llevaron a funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) a la Cueva Oppenheimer, otro cenote a unos 21 kilómetros de Playa del Carmen. Mientras pasaban de la primera cámara a la segunda, las aguas turquesas y las imponentes estalactitas daban paso a lodo y pilares de concreto que exudaban óxido de hierro.

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En las semanas posteriores a su visita, funcionarios de la SEMARNAT hicieron un anuncio público concluyendo que la construcción del Tren Maya había dañado los ecosistemas en Yucatán. Más de siete millones de árboles fueron talados, y 125 cuevas y cenotes fueron perforados a medida que se instalaban los pilares. La agencia se ha comprometido con un plan de rescate, que implica la eliminación de vallas que impiden el movimiento de la fauna y la prohibición de la construcción de caminos secundarios a sitios turísticos.

Por su parte, Urbina cree que si los funcionarios del gobierno ven la belleza de estos lugares, querrán protegerlos. Un día de este mes de abril, llevó a Óscar Rébora Aguilera, el Secretario de Ecología y Medio Ambiente de Quintana Roo, a bucear en Sac Actún, uno de los sistemas de cuevas inundadas más grandes del mundo. Cuando salieron del agua, dice que le contó a Aguilera sobre los planes para construir una carretera por encima.

Poco después, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente emitió una orden temporal para suspender la construcción. Es una señal de que sus esfuerzos colectivos pueden estar dando frutos.

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