El concierto de gala de ópera tiene un encanto particular, señero, que no posee ninguno de los otros formatos de concierto a los que ya estamos acostumbrados. Hay una suerte de solemnidad gélida en los recitales de música de cámara- en cualquiera de sus variantes-, de grandilocuencia y exacerbación sonora en los conciertos de música sinfónica; de circunspección en los recitales de música para instrumento solista.
La gala de ópera y los placeres del canto lírico
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