El 11 de agosto de 1941 nació en Zaragoza Coahuila el compositor Adolfo Humberto Galindo Galindo “Fito Galindo”.
Fue el menor de cuatro hijos de los señores Arnulfo Galindo Zamora y Consuelo Galindo Ramírez. A los 8 años tuvo su primer encuentro con el arte, mismo que le costó un manazo de su maestra en la cabeza porque, al leer un poema (dedicado a México) que les había pedido que escribieran, no le creyó que fuera de él.
A sus 12 años comenzó a mandar poemas de su autoría a la estación de radio xebx de Sabinas, Coahuila, en donde los leían al aire, lo cual lo hacía sentir «una gran satisfacción». Poco después empezó a componer canciones; combinó su innata facilidad para escribir versos con melodías que de forma lírica se desarrollaban en su mente.
Emigró a la Ciudad de México en busca de oportunidades laborales y, eventualmente, dar a conocer sus canciones. La vida en la capital no fue fácil y para sobrevivir desempeñó varios oficios; en una ocasión, en un lugar que frecuentaba llamado La Metralla, conoció a Pepe Jara con quien estableció una amistad que lo llevó a la casa discográfica RCA Víctor, en donde fue contratado en exclusividad como compositor.
Desafortunadamente los resultados artísticos esperados no se concretaron, por lo que se mudó a Guadalajara y después a Chicago, desempeñando distintas actividades para vivir. De regreso a Coahuila, en Piedras Negras, coincidió con Vicente Fernández —a quien había conocido anteriormente— y le entregó su canción “Mi Nochebuena”, la primera que le grabó, seguida por “Pablo del monte” y “Se vende un caballo”.
Posteriormente Bronco, con su tema “Voy a tumbar la casita”, lo posicionó en los primeros sitios de popularidad. Después, esta agrupación norteña incluyó en su discografía canciones de su autoría como “Con dinero”, “La muñeca flaca”, “Ni quemando las cobijas”, “La profesora güera”, “Un golpe más” (distinguida con un Latin Grammy), “Cinco locos”, “Arriba”, “Devuélveme el corazón” y “Cerré las puertas de mi alma”.
Otro de los éxitos indiscutibles del maestro Galindo es “Compré una cantina”, interpretada originalmente por Los Cardenales de Nuevo León, y que posteriormente registró más de veinte grabaciones entre las que destacan las realizadas por Ramón Ayala y el Grupo Pesado. Los Cardenales también popularizaron sus obras “Que no lo sepa”, “Pero tu recuerdo no”, “La baraja”, “La cosecha” y “A que no”, mientras que Grupo Límite hizo lo propio con “Préstame esta noche”.
Después surgió “La última muñeca”, un «valsecito» que por su letra propició el nacimiento de una nueva tradición en varios lugares del país para las fiestas de 15 años que consiste en que el padre de la quinceañera baila con su hija esta canción y le entrega una muñeca. Este tema también ha sido grabado por grupos, entre otros, como Los Barón de Apodaca, Los Huracanes del Norte y Los Tres Tenores Mexicanos (integrado por Humberto Cravioto, Alberto Ángel El cuervo y Valente Pastor). Otros de sus intérpretes han sido David Reynoso, Chelo Silva, Amalia Mendoza, Flor Silvestre, Gerardo Reyes, Lalo Mora, Mandinga, Banda Cuisillos, Palomo y Rulli Rendo, por mencionar algunos.
La música le regaló anécdotas inolvidables como el día en que estaba comiendo con su familia en un mercado de Aguascalientes y se acercó un niño —con una guitarra vieja y camisa agujerada— cantando Se vende un caballo: «Creí que el pequeño no se sabría la canción porque es muy larga, pero la cantó completa; esto me hizo ver que mis obras sí le llegan al público».
En otra ocasión, en el Municipio de Múzquiz, Coahuila, escuchó en la radio su canción “Primera, segunda y tercera”, interpretada por María Dolores Pradera. Su emoción fue grande, y creció aún más cuando la intérprete le envió un saludo y lo felicitó por dicho tema; años después la conoció en Monterrey.
Por su carrera como autor fue distinguido por la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) con el reconocimiento Trayectoria 25 y Más… (2010).