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Enfrenta el sector automotriz el panorama más incierto de los últimos 10 años

Pérdidas por costos adicionales, estimadas en más de 100 mil millones de dólares, registrará este año el sector automotriz nacional si México y Estados Unidos no alcanzan algún acuerdo sobre la aplicación de aranceles, actualmente en pausa.

A 60 días de concluir el actual periodo de negociaciones, en el marco de la prórroga establecida por Estados Unidos para la imposición de aranceles del 30 por ciento a autos y otros productos, se vive el panorama más incierto en una década.

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De acuerdo con Cluster Industrial, “mientras avanzamos hacia el último trimestre de 2025, la industria automotriz mexicana enfrenta un entorno comercial tenso, incierto y cambiante… Los riesgos de una escalada arancelaria se mantienen latentes”.

“Los fabricantes de equipos originales (OEMs, en inglés), Tier 1 y proveedores deben estar preparados para escenarios divergentes”, alerta dicho medio especializado.

Las sorpresas pueden ir “desde un renovado acuerdo comercial que preserve las reglas actuales del T-MEC, hasta una ruptura que imponga tarifas del 30 por ciento o incluso más a todas las exportaciones mexicanas que no cumplan con el acuerdo”.

Fue el pasado 31 de julio cuando, tras una llamada entre el presidente estadounidense Donald Trump y la presidenta Claudia Sheinbaum, ambos gobiernos acordaron posponer por 90 días la imposición de nuevos aranceles del 30 por ciento a las exportaciones mexicanas.

Durante esta extensión, se han mantenido vigentes los niveles anteriores: 25 por ciento de arancel a vehículos y autopartes mexicanas que no cumplan con VCR, y 50 por ciento a exportaciones de acero, aluminio y cobre.

Aunque los productos que cumplen con el T-MEC siguen entrando libres de aranceles, cualquier desviación en contenido regional implica un golpe directo a la competitividad.

“Y es que países como Japón, la Unión Europea y Corea del Sur ya han conseguido acuerdos con Estados Unidos que limitan sus aranceles automotrices al 15 por ciento, lo que podría poner a México en desventaja si no se logran cumplir los estrictos requisitos de origen”, señala Cluster Industrial.

“Los principales fabricantes de vehículos en Norteamérica ya resienten los efectos de las políticas arancelarias actuales”. Algunas cifras revelan la magnitud del impacto: la industria calcula que los aranceles automotrices podrían generar, en conjunto, más de 100 mil millones de dólares en costos adicionales si se aplican en su totalidad en 2025.

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“Uno de los puntos críticos para México es su posicionamiento relativo frente a otras economías con acuerdos preferenciales”, advierte la fuente consultada.

Agrega que las reglas de origen del T-MEC, aunque pensadas para fortalecer el contenido regional, se han convertido en una fuente de presión: si un vehículo no cumple con los porcentajes de contenido norteamericano, podría ser más barato importarlo desde Japón (15 por ciento) que desde México (25 por ciento). Esto obliga a muchos fabricantes a reevaluar sus cadenas de suministro, procesos logísticos y estrategias de cumplimiento normativo.

“OEMs como Mazda ya han declarado públicamente que analizan escenarios donde redireccionarían sus exportaciones desde México hacia mercados latinoamericanos si se agravan las tensiones con Estados Unidos”, expuso.

La ventana de negociación ante los aranceles propuestos hasta la fecha cierra el 1 de noviembre de 2025.

Un escenario positivo sería la reducción del arancel automotriz del 25 por ciento al 15 por ciento para México; la eliminación o flexibilización del arancel del 50 por ciento a metales; el compromiso de México para restringir importaciones chinas (vehículos, plásticos, textiles) con aranceles adicionales de 25 por ciento -50 por ciento, o incluso un mayor refuerzo al cumplimiento del T-MEC y mecanismos de verificación.

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En cambio, una repercusión negativa consistiría en la entrada en vigor del arancel del 30 por ciento a todas las exportaciones mexicanas; la reorientación de exportaciones de OEMs hacia otras regiones (LATAM); una escalada de precios para consumidores en EE. UU. y México; la pérdida de competitividad estructural frente a otros socios comerciales; y la oportunidad disfrazada de crisis y avances bilaterales tras la visita de Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense.

“En este contexto de incertidumbre, el mensaje para los proveedores y empresas de la cadena automotriz es claro: cumplir con el T-MEC ya no es opcional, es esencial. Quienes logren fortalecer su contenido regional, digitalizar sus procesos y adaptarse al nuevo entorno normativo estarán en posición de ganar, incluso en un clima adverso”, sostiene el análisis.

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