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martes, septiembre 9, 2025
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El temor a la deportación fortalece las remesas de EE. UU. a Latinoamérica

Por James Wagner

Las transferencias de dinero a Guatemala, Honduras y otros países han aumentado en los últimos meses, alcanzando miles de millones de dólares. Los migrantes indocumentados en Estados Unidos dicen que están enviando dinero a sus familias mientras pueden.

Los efectos de las medidas del presidente Donald Trump contra la migración pueden apreciarse en los refugios vacíos en la frontera mexicana, en el desplome del número de cruces ilegales y en los lugares de trabajo allanados por agentes federales.

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Sin embargo, los migrantes, los defensores de los derechos y los expertos afirman que para hacerse una idea de la alarma que sacude a las comunidades de migrantes latinoamericanos en Estados Unidos hay que seguir el dinero.

“Hay temor”, dijo Julio Fuentes, un migrante guatemalteco indocumentado de 35 años que trabaja en California como plomero. “Si lo agarran a uno, ya no puede hacer uno nada. Y lo mandan sin nada”.

En los últimos meses, la cantidad de dinero enviada por migrantes como Fuentes a sus países de origen en Latinoamérica ha aumentado en miles de millones de dólares, según las instituciones financieras de la región. Los migrantes suelen enviar unos cientos o miles de dólares cada vez, ya sea en efectivo en locales de transferencias o mediante métodos digitales.

En varias naciones centroamericanas, las transferencias de dinero se han disparado en un 20 por ciento.

La razón, de acuerdo con funcionarios, migrantes y analistas, es que las personas que temen la deportación intentan sacar de Estados Unidos todo el dinero posible mientras aún pueden.

Las transferencias de dinero, conocidas como remesas, son un pilar económico fundamental para muchos países y familias de todo el mundo, especialmente en Centroamérica y el Caribe. Ahí, los fondos a veces constituyen una parte enorme de la economía de una nación que puede alcanzar hasta una cuarta parte del producto interno bruto de un país, como son los casos de Honduras y Nicaragua.

Aunque las remesas que se envían a Latinoamérica también proceden de países como Canadá y España, la gran mayoría sale de Estados Unidos.

Los migrantes “están mandando los ahorros en sus remesas para estar preparados por si en algún momento indeterminado los deportan y pueden tenerlos aquí en Guatemala”, dijo en junio Álvaro González Ricci, presidente del Banco de Guatemala.

En cuatro de los países más poblados y pobres de Centroamérica —Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador— las remesas han aumentado aproximadamente un 20 por ciento en lo que va de año respecto al mismo periodo de 2024, según cifras de los bancos centrales y del Consejo Monetario Centroamericano, una organización que coordina entre bancos centrales.

A excepción del período posterior a la pandemia, desde hacía décadas no se habían producido aumentos anuales tan grandes en las remesas de la región.

Una salvadoreña de 39 años, que vive sin documentos en Houston, comentó que a las remesas mensuales de 1500 dólares que envía a El Salvador les ha agregado hasta 700 dólares adicionales para mantener a sus dos hijos que están al cuidado de su abuela.

Hablando bajo condición de anonimato por temor a ser deportada, la mujer dijo que ella y otros migrantes tenían mucho miedo de que Trump pudiera tomar medidas para embargar o bloquear las cuentas bancarias de las personas indocumentadas.

La Casa Blanca no respondió a una solicitud de comentarios. En su campaña de 2016, Trump amenazó con cortar miles de millones de dólares en remesas a menos que México pagara un muro fronterizo, y durante su primer mandato limitó las transferencias a Cuba.

Los republicanos del Congreso también han puesto en la mira a las transferencias de dinero mediante un nuevo impuesto sobre las remesas que, según ellos, generará ingresos y desalentará la inmigración ilegal. En julio, Trump promulgó el impuesto como parte de un amplio proyecto de ley; está previsto que entre en vigor el año que viene.

Propuesto inicialmente por los republicanos de la Cámara de Representantes con un 5 por ciento sobre las transferencias, el impuesto se redujo al 1 por ciento para algunas transacciones específicas tras la presión ejercida por empresas financieras y funcionarios latinoamericanos.

Por ahora, el aumento de las remesas representa un impulso para las economías regionales, especialmente para las familias más pobres. Sin embargo, algunos expertos expresaron su preocupación. A menudo, las remesas se utilizan para pagar necesidades básicas y no para ahorrar, lo que podría incrementar la inflación. Y el flujo de dinero podría estancarse, reducirse o interrumpirse de alguna otra manera si más migrantes abandonan Estados Unidos o si el gobierno estadounidense adopta nuevas medidas sobre las transferencias.

“A mediano y largo plazo, es preocupante”, dijo Hugo Noé Pino, vicepresidente del Congreso hondureño y expresidente del Banco Central del país.

En Honduras, un país de 10 millones de habitantes, las remesas aumentaron un 25 por ciento en los primeros siete meses de este año en comparación con el mismo periodo del año anterior, lo que representa un incremento de 1400 millones de dólares.

En Guatemala, con 18 millones de residentes, las remesas aumentaron un 20 por ciento en ese periodo en comparación con el mismo periodo del año anterior; un aumento de 2400 millones de dólares.

“Los que no tienen un estatus migratorio creen que en este momento nadie está a salvo en el país”, dijo Walter Batres, presidente de la Red de Migrantes Guatemaltecos en Estados Unidos, quien notó por primera vez un aumento de las remesas cuando Trump fue elegido en noviembre. “Ya no es un miedo increíble como antes, sino es pánico”.

En Nicaragua, donde un número récord de personas han huido del gobierno autoritario en los últimos años, las remesas aumentaron un 22 por ciento en los cuatro primeros meses de este año en comparación con el año pasado, lo que representa un incremento de 350 millones de dólares.

En Haití, un país afectado por la violencia de las bandas, las remesas aumentaron un 27 por ciento en el primer semestre de este año, casi 500 millones de dólares, en comparación con el mismo periodo del año anterior, dijo Manuel Orozco, director del programa de migración, remesas y desarrollo de Diálogo Interamericano, un grupo de investigación con sede en Washington.

Los datos no son uniformes en toda América Latina. Aunque México es el segundo mayor receptor de remesas del mundo (68.000 millones de dólares en 2024), las transferencias han caído casi un 6 por ciento en los siete primeros meses de 2025 en comparación con el mismo periodo del año anterior, según cifras del banco central.

Los datos muestran que las remesas a México ya estaban disminuyendo antes de la elección de Trump en 2024, y los analistas citaron varios posibles factores.

Los migrantes recién llegados a Estados Unidos suelen enviar más dinero que los que llevan muchos años en el país, y muchos de los 4,3 millones de mexicanos que se calcula que viven en Estados Unidos sin autorización pertenecen a esta última categoría. En años recientes, los mexicanos también han constituido una fracción menor de los migrantes latinoamericanos que cruzan de manera ilegal a Estados Unidos.

Como consecuencia de esto, la población mexicana que envía remesas está disminuyendo.

“El factor miedo ha sido más generalizado entre las personas que han llegado desde 2018 hasta ahora”, dijo Orozco, refiriéndose a los migrantes de Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Haití. Las personas de esos países, dijo, se han visto relativamente más afectadas por las deportaciones.

Fuentes, el plomero, es uno de los más recientes y llegó a California luego de años de intentar entrar en Estados Unidos en busca de una vida mejor.

Fuentes comentó que después de que Trump asumiera la presidencia envió una gran parte de sus ahorros a su cuenta bancaria en Guatemala para constituir un fondo de emergencia, por temor tanto a la deportación como al nuevo impuesto sobre las remesas.

En transferencias mensuales, dijo Fuentes, solía enviar 2500 dólares a Guatemala para su madre y su hija de 6 años, y para la construcción de su casa en su pueblo natal, al sur de la capital del país.

Sin embargo, con Trump ha aumentado la cantidad a alrededor de 3500 dólares, dijo. Mientras que antes visitaba los locales de remesas sin el menor reparo, ahora las inspecciona de antemano, en busca de las autoridades.

Fuentes dijo que estaba tan preocupado esta primavera que le pagó a una persona para que trasladara uno de sus dos autos a Guatemala por si lo deportaban.

Fuentes dijo que no piensa quedarse en Estados Unidos para siempre. El año pasado consideró la posibilidad de regresar a su país para reunirse con su familia, dijo, pero decidió no hacerlo porque quiere terminar su casa en Guatemala.

“Cuando termine mi objetivo, me autodeporto”, dijo. “Si no me agarran antes, primeramente Dios”.

c. 2025 The New York Times Company

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