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AMLO desvirtuó a las Fuerzas Armadas… y la corrupción entró a sus filas

El reverendo Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Quinta Venida (no confundir con la Iglesia de la Quinta Avenida, que permite a sus feligreses cumplir únicamente cinco de los 10 mandamientos, a escoger), Rocko Fages, digo, cambió ese domingo el tema de su sermón. En vez de hablar, como siempre lo hacía, del infierno que aguarda a los pecadores, sobre todo a aquellos que no han pagado sus cuotas a la iglesia, se quejó amargamente de un rumor que acerca de él corría en la comunidad. Manifestó: “Se dice por ahí, hermanos míos, que pertenezco al Ku Klux Klan, lo cual es absolutamente falso. Y lo peor es que esa calumnia empezó a difundirla alguien de nuestra congregación, y que tiene el cinismo de estar entre nosotros hoy. La señalo con índice flamígero, y también de fuego. Hela ahí. Es la organista de la iglesia: la hermana Sister”. La acusada se puso en pie ante las expresiones de reprobación de los fieles. “Reverendo Fages –se defendió–. Yo no dije que es usted del Ku Klux Klan. Lo que dije fue que es un mago bajo la sábana”… Imposible dejar de hablar de López Obrador. Se parece a Santa Anna, que estaba en el poder aunque no estuviera en él. Quien escribe acerca de los asuntos públicos debe ser claro, y debe ser también claridoso. A veces eso pone al escribiente en el riesgo de pasar por tosco o incivil, pero la verdad no sabe de tiquismiquis de cortesanía. Así, me atrevo a proponer la idea de que AMLO es un rey Midas al revés. Si ese mitológico monarca convertía en oro todo lo que tocaba, el cacique de la 4T todo lo que ha tocado lo ha convertido en materia deleznable. Antes de que en mala hora llegara López al poder los mexicanos estábamos orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas. Muchas veces vi a la gente aplaudir en los desfiles a militares y marinos, pues en ellos teníamos protección frente a la delincuencia y ayuda en los desastres naturales. López desvirtuó al Ejército y a la Marina encomendándoles de manera anticonstitucional funciones por completo ajenas a su naturaleza y su función. Eso colocó a algunos de sus integrantes en tentaciones que no supieron resistir. Así, la corrupción entró en las filas de la milicia y la marinería. Por eso ha habido un general que, aunque rescatado de las manos de la justicia del país del norte, batallaría para demostrar su inocencia en los delitos que le fueron imputados. Por eso vemos ahora el patético espectáculo de marinos asesinados –o suicidados, o accidentados– en un mafioso entramado de ilegalidades relacionadas con el huachicol. Y eso es sólo la punta del iceberg, si me es permitido el uso de la manida expresión. Una investigación a fondo tanto del tráfico de drogas como del comercio ilícito de combustibles llegaría muy arriba, y pondría de manifiesto el cochinero en que se volvió el país con la llegada de la 4T, cochinero mayor que todos los que anteriormente habíamos visto. Y lo peor es que el Midas al revés sigue tocando cosas. No es posible callar ante tantos males. Es necesario señalarlos a riesgo de que la voz se pierda en el vacío, y aunque haya quienes en presencia de todos los daños que a México se han hecho siguen con los ojos cerrados y la bolsa abierta. Si bien es valedero aquello de la voz que clama en el desierto, también dice verdad la antigua máxima latina: Gutta cavat lapidam. La gota de agua acaba perforando la piedra. Por falta de tiempo no puedo esperar a ver terminada la perforación, pero como dijo el párroco de pueblo cuando un curita joven le preguntó si algún día la Iglesia permitirá a sus sacerdotes casarse. “Uh, padre –respondió el presbítero–. Eso lo verán nuestros hijos”… FIN.

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