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jueves, septiembre 11, 2025
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Amenazas de Donald Trump acercan a México y Canadá. ¿Durará?

CIUDAD DE MÉXICO- México y Canadá, empujados a un acuerdo comercial de tres naciones por su poderoso vecino del medio, se han mirado con una mezcla de desinterés y desconfianza durante décadas.

Ahora, sus líderes, impulsados por los extensos aranceles nuevos del presidente Donald Trump y las amenazas a la soberanía de sus países, están hablando de formas de aliarse.

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“Es un enfoque de máxima colaboración para asegurarnos de que estamos reactivando” la relación, declaró este mes a los reporteros la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Anita Anand, junto al ministro de Finanzas, François-Philippe Champagne.

“El hecho de que vengan la ministra de Asuntos Exteriores y el ministro de Finanzas de un país envía una señal muy clara”, añadió Champagne. “Creo que ese mensaje se entiende muy claramente en Ciudad de México”.

Este mes, los dos funcionarios canadienses lideraron una delegación que se reunió con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, para preparar la visita del primer ministro de Canadá, Mark Carney, en otoño. El encuentro se consideró en gran medida una oportunidad para restablecer la relación y comparar notas para lidiar con el gobierno de Donald Trump, que se ha mostrado cada vez más agresivo.

“Lo que tenemos en común ahorita es un vecino nefasto”, dijo Arturo Santa-Cruz, experto en relaciones México-Estados Unidos de la Universidad de Guadalajara. “Entonces, en ese sentido, pues sí tiene mucha lógica que colaboremos”.

Apenas unos días antes del viaje, Trump suspendió las conversaciones con Canadá y sancionó al país con aranceles del 35 por ciento, al tiempo que ofrecía a Sheinbaum una prórroga de 90 días para las negociaciones comerciales.

“Yo creo que él nos respeta”, declaró posteriormente Sheinbaum a los reporteros. “Y nosotros lo respetamos como lo que somos: vecinos”.

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No obstante, las reuniones de este mes sugieren que ni Canadá ni México quieren depender únicamente de un Estados Unidos impredecible.

Históricamente, los vínculos económicos y culturales de ambos países han sido distantes, a pesar de ser socios comerciales. México representó el 1 por ciento de las exportaciones canadienses el año pasado, y Canadá representa alrededor del 3 por ciento del mercado de exportación de México.

“Este ménage à trois en realidad fue por conveniencia, no por amor”, dijo Antonio Ortiz Mena, profesor de la Universidad de Georgetown que desempeñó funciones de asesor en el equipo negociador de México en las conversaciones para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte de 1994. “Ambos países, Canadá y México, han privilegiado la relación con el gigante del medio más que la relación entre nosotros”.

Para algunos, persiste una sensación de desconfianza. En gran parte de Ontario, por ejemplo, las fábricas mexicanas son consideradas ladronas de empleos: a medida que la inversión en plantas automotrices fluyó hacia México y el sur de Estados Unidos a lo largo de los años, la producción en Canadá cayó a 1.3 millones de vehículos el año pasado, desde un punto máximo de 2.9 millones hace 25 años.

Las fricciones recientes también han generado tensión en las relaciones.

Tras la elección de Trump en noviembre, varios políticos canadienses sugirieron que tal vez era hora de dejar atrás a México y volver a un acuerdo comercial bilateral con Estados Unidos.

Esa idea se desvaneció tras la llegada al poder de Carney, quien ha subrayado la importancia de mantener a los tres países dentro de cualquier acuerdo, una opinión que Sheinbaum también comparte.

Unos años después de que Canadá y Estados Unidos firmaran un acuerdo de libre comercio, el presidente George H. W. Bush inició las negociaciones con México. Preocupado porque sus nuevas ganancias comerciales se vieran rápidamente erosionadas, Canadá se sumó al proceso. El resultado fue el TLCAN, que se modificó para convertirse en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, o T-MEC, impulsado por Trump.

Considerando ese antecedente, algunos analistas se preguntan si las conversaciones recientes se traducirán en medidas concretas, especialmente ahora que se acerca la revisión del T-MEC.

Incluso si México y Canadá logran ponerse de acuerdo en un enfoque para mantener el acuerdo comercial, al tiempo que intentan evitar la percepción de que se están aliando contra Estados Unidos, siempre existe la posibilidad de que Trump decida no cumplir los términos, apuntó Carlo Dade, director de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Calgary, en Alberta.

La apuesta más segura podría ser persuadir a los actores políticos y económicos influyentes de Estados Unidos de que tienen un gran interés en proteger el equilibrio comercial de la región.

“Lo único que puede contener a Trump son los propios actores internos poderosos de los Estados Unidos. Son los gobernadores, son los grandes empresarios, son los líderes partidarios”, dijo Jorge Schiavon, vicepresidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales. “Son aliados egoístas, pero aquellos que defendieron la renegociación del 2018, y lo harían nuevamente en el 2025”.

La revisión del acuerdo de 2020 está prevista para el próximo año, aunque funcionarios mexicanos han dicho que las consultas podrían comenzar este otoño.

Algunos analistas y empresas también ven esperanzas de mejorar el comercio porque dicen que Trump ha respetado, al menos en parte, el pacto de su primer mandato.

Casi todas las exportaciones comercializadas en virtud de ese acuerdo están exentas de los aranceles estadounidenses del 25 por ciento impuestos a los productos mexicanos y del 35 por ciento a los canadienses.

“En realidad es una salvación para Canadá y México”, dijo Jesse Rogers, economista que dirige la investigación sobre Latinoamérica para Moody’s Analytics.

Un estudio reciente de su empresa reveló que la tasa arancelaria efectiva para ambos países era de alrededor del 13 por ciento. Sin la exención concedida por el gobierno de Trump, Rogers estima que aumentaría a alrededor del 40 por ciento para Canadá y del 32 por ciento para México. c. 2025 The New York Times Company.

Por Emiliano Rodríguez Mega e Ian Austen, The New York Times.

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