En el marco del Día de la Prevención del Suicidio, VANGUARDIA consultó a la académica y psicóloga Berenice de la Peña para analizar el panorama que vive Coahuila.
Coahuila se mantiene en el top ten de estados con más suicidios. Más allá de las cifras, la Secretaría de Salud ha comenzado a documentar el número de atenciones médicas por ideación suicida. En lo que va del año suman: aaaaa. Esto se traduce en un llamado de atención sobre la necesidad imperante de abordar esta problemática desde una perspectiva amplia.
TE PUEDE INTERESAR: UNIF: la primera línea de atención ante crisis suicidas en Saltillo
Berenice de la Peña indica que el suicidio no es un problema de salud individual, sino que se encuentra interconectado con diversas esferas de la vida, como la social, económica, familiar y laboral.
“Es fundamental correlacionar cómo el entorno impacta directamente en las personas, llevando a situaciones de depresión, adicciones o pérdidas, las cuales pueden confluir en una ideación o intento suicida. Aunque ya se han realizado esfuerzos para aumentar el personal y los espacios de atención, la clave radica en la prevención desde mucho antes, identificando señales tempranas”, señala.
INSTAURAR LA ESPERANZA
De la Peña explica que la prevención va más allá de detectar señales como aislamiento o pérdida de interés en actividades diarias. “Se trata de instaurar esperanza y un proyecto de vida en las nuevas y presentes generaciones, demostrando que hacer vida es posible”.
Continúa: “Esto implica abordar desafíos como el alto costo de la renta, el acceso a la universidad, sueldos y transportes dignos, y la capacidad de alcanzar objetivos en un mundo que parece volverse cada vez más difícil”.
La desesperanza llega cuando los sueños no pueden materializarse. Esto, a su vez, causa tristeza, depresión, estrés y ansiedad.
“Estas emociones pueden, en un primer momento, llevar al uso de alcohol o drogas como mecanismo para manejar la presión, y eventualmente, a considerar la muerte como una solución a problemas que agobian la vida. Es crucial entender que quienes contemplan quitarse la vida no desean morir, sino poner fin a sus problemas, presiones y estrés”, dijo.
¿EN QUÉ HEMOS FALLADO?
Berenice de la Peña señaló que la sociedad puede ayudar a evitar estos casos al ser empáticos y evitar los juicios.
“Es necesario evitar la crítica en lugar de sumar, evitar la criminalización sin conocimiento. Constantemente estamos en competencia, haciendo la valoración de las personas por sus logros o estatus económico, y la normalización de la violencia, el hostigamiento y la humillación como formas de expresión y socialización contribuyen a un entorno que fomenta la violencia, incluso contra uno mismo”, dijo.
“(Es imperativo que, como sociedad) reconsideremos muchas cosas, repensemos muchas cosas, pero necesitamos ir pasando a la acción con compromiso, con empatía, con conocimiento. La reconstrucción del tejido social debe ser un esfuerzo conjunto de la sociedad, el gobierno, la academia y las empresas, para generar una esperanza activa, una certeza de que lo que se sueña y anhela se puede lograr”, concluyó.