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sábado, septiembre 13, 2025
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Ejercicio y cáncer: la nueva ‘medicina’ en la recuperación oncológica; Coahuila, séptimo en muertes por esa causa

Durante años se creyó que el reposo absoluto era la mejor opción para quienes enfrentaban un diagnóstico de cáncer. Hoy, la medicina ha dado un giro radical: la evidencia científica demuestra que el ejercicio, lejos de ser un riesgo, es un aliado fundamental en la recuperación física y emocional de los pacientes oncológicos.

Los especialistas coinciden en que la actividad física mejora la calidad de vida al reducir la fatiga, aumentar la energía, disminuir la ansiedad y el estrés, e incluso favorecer la supervivencia y reducir la recurrencia en ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, subrayan que debe integrarse de manera progresiva y adaptada a las condiciones de cada persona.

Coahuila se encuentra entre las entidades con mayor incidencia de muertes por cáncer en el País, al ocupar el séptimo lugar nacional en mortalidad por esta enfermedad, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

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El reporte detalla que, en comparación con estados como Querétaro, Chiapas, Nuevo León, Jalisco y Sinaloa, Coahuila presenta una tasa elevada de fallecimientos, aunque se mantiene por debajo de entidades como Chihuahua —que ocupa el primer lugar—, Baja California Sur, Sonora, Baja California y Aguascalientes.

Los tumores malignos de mama representaron la mayor proporción de defunciones en la entidad, seguidos por el cáncer de colon, el cáncer de pulmón y, en cuarto lugar, el cáncer de próstata.

Especialistas explican que el cáncer surge a partir de la mutación de una célula, la cual pierde sus mecanismos de regulación y comienza un crecimiento acelerado, con la capacidad de provocar metástasis, es decir, la propagación hacia otros órganos y tejidos distintos al lugar de origen.

IMPORTANCIA DE LA DETECCIÓN TEMPRANA

La comunidad médica subraya que la detección temprana es determinante para mejorar el pronóstico de vida de los pacientes. Un diagnóstico en etapas iniciales (I o II) ofrece más posibilidades de control y tratamiento efectivo que aquellos realizados en fases avanzadas (III o IV).

La Organización Panamericana de la Salud recomienda al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, pero en pacientes con cáncer la meta puede ampliarse hasta los 300 minutos semanales. Caminar, nadar, bailar, practicar yoga o realizar ejercicios de fuerza y equilibrio son alternativas que no requieren grandes recursos, solo constancia y acompañamiento médico.

“El ejercicio no es un gasto extra de energía, es parte de la terapia. Permite dormir mejor, recuperar fuerza y reducir los efectos secundarios de los tratamientos”, señalan expertos en oncología.

Además de los beneficios físicos, el movimiento ayuda a enfrentar la depresión, la ansiedad y los síntomas de linfedema, frecuentes en quienes reciben radioterapia o quimioterapia. Mantenerse activo también previene un deterioro mayor de la condición física al terminar los tratamientos.

El reto, dicen los especialistas, está en romper los mitos y las barreras emocionales que aún hacen creer a muchos pacientes que el reposo total es la única alternativa. Hoy, la medicina del estilo de vida coloca al ejercicio como una herramienta terapéutica integral junto a la alimentación, el descanso y la salud emocional.

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