Por Jim Tankersley
Los dirigentes de Alemania, Francia, el Reino Unido y otros partidarios de Ucrania se han unido de forma excepcional para ayudar a influir en el presidente estadounidense.
A mediodía del sábado, en Europa, una pregunta rebotaba entre los despachos gubernamentales y las villas de vacaciones de los líderes más influyentes del continente. El presidente ucraniano se dirigía a la Casa Blanca para una reunión crucial con el presidente Donald Trump. Trump le permitía llevar refuerzos. Pero, ¿quién debía ir?
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Era el tipo de dilema que antaño podría haber estallado en disputas públicas entre Alemania, Francia y el Reino Unido, las mayores potencias del continente. Esta vez, no fue así.
Los dirigentes de esos países decidieron que todos acompañarían a Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, a Washington, a una cumbre con Trump sobre las conversaciones de paz con Rusia. Lo mismo harían los dirigentes de Italia, Finlandia, la Unión Europea y la OTAN.
Llegaron en aviones separados. Pero con Trump hablaron con una sola voz.
“Estábamos bien preparados y bien coordinados”, declaró a la prensa Friedrich Merz, canciller de Alemania, después de que él y sus homólogos se reunieran con Trump en la Casa Blanca. “También representábamos los mismos puntos de vista. Creo que eso complació mucho al presidente estadounidense”.
El persistente, y a veces volátil esfuerzo, de Trump por usar la diplomacia para poner fin a la guerra entre Ucrania y Rusia ha forjado lazos más fuertes entre los líderes europeos. Ha reforzado la unidad que surgió a principios de este año en medio de las amenazas arancelarias de Trump y su vacilación sobre lo que han sido garantías de seguridad que Estados Unidos ha proporcionado a Europa durante décadas.
Desde la elección de Trump, los líderes europeos se han apresurado a reforzar sus propias defensas, temerosos de perder el apoyo estadounidense. Los miembros de la OTAN, liderados por Alemania, se han comprometido a aumentar significativamente su gasto militar para cumplir el objetivo fijado por Trump.
Merz, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, han firmado nuevos tratados de amistad entre sí y han empezado a construir un conjunto de instituciones diplomáticas en la sombra, incluida una para Ucrania, que promueven los intereses europeos pero no incluyen a Estados Unidos.
Las dos últimas semanas les han obligado a coordinarse, de manera aún más estrecha, sobre la marcha. Después de que Trump anunciara por sorpresa que se reuniría con el presidente ruso Vladimir Putin en Alaska, Merz reunió rápidamente a los aliados europeos en una videollamada con Trump.
Los europeos presentaron a Trump una estrategia de cinco puntos para que la llevara a la reunión de Alaska, incluida la insistencia en que solo Ucrania podía negociar cualquier intercambio de tierras con Rusia y que, para que se iniciaran conversaciones de paz serias, Rusia debía aceptar primero un alto al fuego. Trump lo aceptó.
Pero en la cumbre lo abandonó, mostrándose de acuerdo con la vieja postura de Putin de negociar un acuerdo de paz mientras continúen los combates, una postura que favorece a Rusia, que está ganando terreno en el campo de batalla.
Este cambio de postura alarmó a los funcionarios europeos, aunque públicamente destacaran algunos aspectos en los que Trump parecía haber hecho concesiones, como la necesidad de una sólida garantía de seguridad multinacional para la Ucrania de la posguerra.
Después de que Trump llamara para informar a Zelenski, y luego a los líderes europeos, a su regreso de Alaska a primera hora del sábado, volvieron a trabajar. Se pusieron de acuerdo sobre el numeroso grupo que acompañaría a Zelenski, que se formalizó mediante una invitación de la Casa Blanca el sábado por la noche, y elaboraron una estrategia para la reunión. A primera hora del lunes, se reunieron en la embajada ucraniana en Washington.
Su guion se basó en gran medida en los halagos a Trump, práctica habitual entre los dignatarios visitantes, y en declaraciones de unidad entre ellos y con Trump.
“Todos los que estamos alrededor de esta mesa estamos a favor de la paz”, dijo Macron, ante las cámaras de televisión, casi al comienzo de una reunión en gran grupo con el presidente.
Los europeos evitaron grandes desacuerdos con Trump; lo más cerca que estuvieron de una disputa diplomática fue cuando Merz, ante las cámaras, repitió su creencia de que las conversaciones entre Zelenski y Putin solo podrían suceder si se establecía un alto al fuego. En privado, Merz presionó a Trump para que al menos forzara un cese al fuego mientras durara la reunión entre Putin y Zelenski.
También apelaron a la fibra sensible de Trump. Zelenski presentó una carta de su esposa dirigida a Melania Trump, la primera dama, haciéndose eco de la preocupación pública de Melania Trump por el destino de los niños ucranianos secuestrados por los soldados rusos. Zelenski y Ursula von der Leyen, presidenta de la Unión Europea, volvieron a plantear el tema poco antes de que terminara su reunión y Trump se marchara para llamar a Putin.
Los líderes europeos expresaron su confianza en que el acercamiento hubiera contribuido a romper el hechizo que Putin parecía haber ejercido sobre Trump en Alaska, y en que el mandatario estadounidense hubiera terminado el día volviendo a mostrarse de acuerdo con ellos en la mayoría de los puntos sobre el proceso de paz.
En una entrevista concedida el martes a Fox News, Trump se mostró satisfecho con los europeos que lo visitaron. “Quieren volver a dirigir sus países”, dijo. “Les consume esto mucho más que a nosotros”.
También se atribuyó, en cierto modo, el mérito de su frente unido. “Hace un año no habrían venido”, dijo. “Ni siquiera se lo habrían planteado”.
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